"Acepta que los demás tienen sus propias ideas, conocimientos y capacidades, y aunque creas que eres el mejor, dales la oportunidad de expresarse, participar, y hasta de equivocarse y crecer por sí mismos"
Es muy difícil mantener una conversación con alguna de esas personas que piensan que siempre tienen la razón, porque creen que ellas saben más que los demás; que han acumulado una experiencia que excepcionalmente los otros tendrán algún día; que siempre tendrán la última palabra sobre cualquier tema y la razón en cualquier discusión, ignorando o invalidando el punto de vista de los demás. Se complicará para nosotros, especialmente, si tenemos una relación afectiva con ellas, porque entonces se convertirá en una cuestión de honor el tratar de mostrar que, en realidad, nosotros tenemos parte de la razón o que nuestra idea puede ser más acertada en algún momento.
Sugerirle a alguna de estas personas que debe suavizar o cambiar su actitud, no tiene sentido, porque siempre encuentran la manera de justificar su comportamiento y de hacer sentir culpable a los otros por la crítica recibida.
Detrás de una persona egocéntrica se esconde, muchas veces, una personalidad insegura, que no recibió el reconocimiento que necesitaba o esperaba por el esfuerzo que realizó para alcanzar su posición. También están aquellos que constantemente buscan sobresalir o figurar para llamar la atención de los demás, reconocimiento o, simplemente, el aprecio de su familia o allegados. Y, por supuesto, debemos incluir como ejemplo clásico el de aquellos padres que no se sienten capaces de reconocer y aceptar que alguno de sus hijos pueda tener una visión de la vida más actual y objetiva que la que ellos alcanzaron a elaborar, por temor a perder el respeto, la admiración o el cariño de sus seres queridos; perdiendo la oportunidad de aprender algunas cosas de los hijos que ya crecieron, cuando tratan de apoyarnos y facilitarnos la existencia.
Vivir es como participar en una especie de carrera de relevo: cuando llegamos a cierto punto de ella, debemos pasar el "testigo" a otro corredor más descansado de nuestro equipo, adelantado a nuestra posición, quien seguirá con más fuerza y empeño en la competición para llevarnos a todos a la meta con éxito.
De vez en cuando hay que compartir la razón, escuchar en silencio y con atención, evitar imponerse sin permitirle a los demás expresar sus ideas o puntos de vista, dejar que otro asuma la responsabilidad si quiere y puede hacerlo. Esto nos llevará a enriquecer nuestra vida y a disfrutar más del contacto con las otras personas, en especial con nuestros seres queridos, a través del compartir.
Sé respetuoso. Acepta que los demás tienen sus propias ideas, conocimientos y capacidades, y aunque creas que eres el mejor, dales la oportunidad de expresarse, participar y hasta de equivocarse y crecer por sí mismos. Recuerda que nadie aprende por la experiencia de otro.
Reconoce el aporte de los demás. Cuando alguien cercano diga o haga algo positivo, reconócelo inmediatamente. Recuerda que tu palabra puede darle la motivación y el apoyo que necesita para seguir contribuyendo y mejorando.
Muéstrate dispuesto a aprender. Cada día podemos aprender algo nuevo si estamos abiertos para hacerlo. Cuando creas que ya sabes todo lo que podías aprender, estarás como muerto porque tus días pasarán sin que te intereses en descubrir o experimentar algo nuevo
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